Teoría de conjuntos

El hambre de los pobres es
cosa natural,
rentable, garantiza el ingreso,
la membresía rezongona
y educada en aceptar el sórdido
resquemor de la coraza

despedazada cuando el modelo
fracasa, legitima el corte entre iguales.

El hambre de los pobres
funciona, aplaca incertidumbres
repartiendo la sospecha,
reorganiza el pesimismo
morigerando el desconsiderado
restallar de la conciencia

en un impacto álgido y prolongado
donde el producto interior bruto
tiene igual medida que la felicidad.

Prez del acuerdo ratificado en
la probidad de la injuria amparada
en la sangre de los pobres,
los huesos calcinados en chabolas
segregan mensajes hacinados,
demasiada tolerancia, muros que

pensamos fronteras físicas pero
las barreras invisibles se mueven
por derroteros inescrutables.

El estado de las cosas,
valor de uso que autoriza
el bombardeo enfurecido para que
la realidad aumentada monitorice
identidades en algoritmo predictivo
de la mercancía matricial,

yacimiento del que todos somos
parte como recursos humanos con
valor de cambio reducido a nada.

Saguzarra

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